Cápsula migrante

Y otros proyectos periodísticos no-mainstream

Contracultura / panóptico / Marzo de 2021

Pierina Sora

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1.

En 2020 me di a la tarea de evaluar la situación por la que estaban pasando los migrantes venezolanos en el Perú —segundo país, después de Colombia, en albergarlos—, donde la gran mayoría trabaja en el mercado informal y la llegada de la pandemia de COVID-19 agudizó la ya grave situación de una comunidad que depende de los ingresos del día a día obtenidos en las calles. Le escribí a un medio conocido en Perú para proponer un análisis sobre el decreto aprobado por el gobierno nacional, que contemplaba medidas especiales para regularizar la situación migratoria de los extranjeros. Esto favorecía a los venezolanos, pues conforman la comunidad extranjera número uno del país, y pensé que el tema debía estar en algunos medios. La respuesta que obtuve fue que no lo cubrían por “falta de tiempo”. Entonces, me saltó una pregunta: ¿qué significa tiempo para un medio de comunicación? El tiempo, quizás para muchos, consiste en sacar a un periodista de sus labores ordinarias para que destine parte de su jornada a capacitarse sobre temas relacionados con la cobertura migratoria. También significa una inversión en horas para elaborar y administrar una logística: traslados a fronteras, viáticos, reporteo de largo aliento. El tiempo, quizá, se delimita también con base en líneas editoriales. Como es bien sabido, los medios determinan una agenda de temas con la que desean impactar en la opinión pública mientras no dejan de ser empresas que se rigen de acuerdo con intereses editoriales propios o generados por sus compromisos comerciales con terceros. A veces, lo que menos se busca es darle espacio a la migración o se pretende abordarla desde un punto de vista positivo. Sin embargo, es uno de los tres grandes temas, después del feminismo y el cambio climático, más urgentes del siglo XXI. De hecho, el asunto cobra cada vez más espacio en las agendas de los Estados y en foros mundiales como el de Migración y Desarrollo Sostenible y, por si fuera poco, ha estado presente en campañas electorales. Muchos políticos utilizan a los migrantes como bandera para culpabilizarlos de sus incompetencias y obtener votos. Los casos más recientes los hemos visto en América Latina, sobre todo porque 2021 es un año de sucesión presidencial para varios países; casos como Ecuador, Perú, Colombia, con la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, y Venezuela, un país expulsor de 5.4 millones de migrantes, donde el propio gobierno llamó a sus retornados “armas biológicas” y parte de un supuesto plan del gobierno colombiano para infectar al país vecino.1 El éxodo ya no sólo implica a mexicanos, hondureños o guatemaltecos que huyeron —y que aún siguen por el camino— hacia Estados Unidos; o a los africanos que emigran hacia Europa. Ahora vemos otras rutas desde Asia y África o que atraviesan gran parte de América Latina para llegar a Estados Unidos y Canadá, sendas registradas por el proyecto periodístico Migrantes de Otro Mundo.2 También vemos rutas de venezolanos hacia países como Colombia, Perú, Ecuador, Chile y Argentina en distintos medios de transporte: avión, bus, a pie, bicicleta o, incluso, en peñeros, porque no tuvieron otra opción que echarse al mar hacia Trinidad y Tobago, Curazao o Aruba. Lo mismo que los cubanos hacia Estados Unidos, pero en una versión intracaribeña. En este contexto nos encontramos con trágicas noticias, como que el último naufragio de una embarcación de migrantes dejó un saldo de 29 fallecidos y ocho desaparecidos. Aunque la diáspora venezolana es la segunda más grande del mundo después de la siria, y constituye un hecho nunca antes visto en la historia reciente de América Latina, fue evidente que los gobiernos no estaban preparados para enfrentar este fenómeno, así como tampoco lo estaban los grandes medios de comunicación. Desde 2017 los países vecinos de Venezuela reciben grandes flujos migratorios y, aunque este movimiento ya lleva varios años, los medios continúan teniendo malas prácticas: reproducen los discursos xenófobos de los políticos, las narrativas están cargadas de estereotipos y sensacionalismos, y se habla sin proporcionar al público un contexto para entender la situación. Además, en países como Perú los medios de comunicación no toman en cuenta a la población migrante como parte de su audiencia. Una encuesta reveló que en dicho país la imagen que transmiten los medios de comunicación sobre los extranjeros es negativa y además “promueve la discriminación”.3 Los titulares que leemos en varios periódicos sobre la migración son amarillistas. Una parte de editores y periodistas basa sus criterios en el clickbait, lo que genera un “conflicto” entre nacionales y extranjeros. La gran tarea del periodismo es aligerar las tensiones que se forman entre “ellos” y “nosotros”, y desmentir los mitos de migrantes: que llegan a robar y a quitar el empleo; traen enfermedades venéreas; vienen a arrebatar maridos; que llegan para disfrutar de los beneficios y planes sociales; envían fuera del país en remesas todo el dinero que reciben de sus trabajos, y más. Algunos ejemplos de discriminación en la prensa peruana pueden apreciarse en titulares como los siguientes: “Flujo de migrantes, en su mayoría venezolanos, colapsa a un municipio en Chile”; “Trujillo: Asesinan a venezolano y traficante de terreno”; “Bella venezolana enamora a sesentón, le roba 100 mil soles y le deja nota de amor: ‘Gracias por hacer mi sueño realidad, te adoro’”; “WhatsApp: ¿venezolanas en Lima se prostituyen por medio del servicio de mensajería?”, “George Forsyth: ‘A esos delincuentes venezolanos los vamos a botar del Perú’”. ¿Vale la pena repetir el discurso de un político en vez de cuestionarlo? Un medio en Perú publicó en una de sus ediciones impresas el siguiente titular: “Radiografía del criminal venezolano”, que asocia la migración proveniente de ese país con la delincuencia. Afortunadamente rectificó y publicó una nota de redacción en la que explicó el cambio de enfoque “con el fin de evitar interpretaciones diversas”. Pero no todos los medios reconocen sus errores. Si bien es cierto que el periodismo vive un momento de crisis, también está atravesando por una etapa de transición en la que muchos periodistas han tomado la vía independiente. Los freelance y otros tantos han decidido unir fuerzas con colaboraciones trasnacionales. Frente a la escasa cobertura de los grandes medios y ante las narrativas erróneas y sesgadas, he visto por otra parte cómo los mismos periodistas migrantes —con sus escasos recursos y porque muchos siguen empeñados en ejercer su profesión— informan y muestran el proceso de sus paisanos en las redes sociales. También, en torno a esta necesidad han surgido medios independientes para hablar de una migración diferente de la que abordan los medios mainstream.

José Ramón León y su hija, Laila, frente a la aduana de la frontera entre Venezuela y Colombia. Fotografía de UNICEF/ECU, 2018

2.

El proyecto Cápsula Migrante surgió precisamente de la necesidad que tuvimos como migrantes y periodistas venezolanos de recibir información verídica sobre lo que ocurre con la comunidad venezolana en el Perú, en particular cuando lo requería la situación derivada del COVID-19.4 Ante la manera negativa en que los otros medios abordan la migración, quisimos marcar un punto diferenciador con el objetivo de proporcionar información de servicio y con utilidad para los migrantes, por lo que enviamos los reportes para conocer la evolución del virus en el país; pero no nos quedamos ahí, sino que también le facilitamos a la comunidad recursos de la mano de especialistas, por ejemplo, sobre cómo gestionar sus finanzas, cómo fortalecer sus emprendimientos y cómo cuidarse durante el invierno en Lima, por citar algunos casos; además, generamos redes con los migrantes a través de nuestros encuentros vía streaming o con foros y chats para resolver sus preguntas, o simplemente para saber cómo están. Nuestro objetivo desde Cápsula Migrante es ejercer un periodismo enfocado en soluciones, ir más allá de las noticias negativas que abundan en los diarios del país, y mostrar, con ejemplos positivos, acciones que pueden replicar los miembros de esta comunidad en las distintas regiones donde se encuentran, ya sea para sus emprendimientos, su adaptación en el país de acogida o la realización de algún trámite migratorio. Necesitamos hacer periodismo de migraciones para los migrantes, pues les hace falta información. Esta comunidad necesita saber, por ejemplo, cómo actualizar sus datos en las oficinas migratorias o cómo registrarse en el servicio de salud. Los periodistas también somos parte de la comunidad y podemos ayudar con información verificada para que los procesos de adaptación en el país de acogida sean menos traumáticos. Un claro ejemplo es Conexión Migrante, medio dedicado a este tipo de periodismo. Otro proyecto interesante fue Puentes de Comunicación, iniciativa que surgió como una colaboración de la Deutsche Welle Akademie y Efecto Cocuyo, donde formaron a periodistas locales en los países receptores con mayor presencia de migrantes venezolanos para darles herramientas y una nueva visión desde la cual contar la migración. Debemos trabajar para hacer un periodismo en el que los discursos xenófobos de los políticos se cuestionen; hacer periodismo de migraciones no sólo de los que llegaron como una “invasión” y los que se fueron en una “deportación”, sino para entender quiénes son, de dónde vienen, qué tienen en común y, desde allí, crear oportunidades para todos. Tocar el tema desde diferentes ángulos porque en las comunidades migrantes hay niños, lesbianas, gays, transexuales, ancianos, deportistas, activistas, etcétera, y todos son importantes. Los medios mainstream podrían aprender de los medios independientes para hablar de los migrantes y darles visibilidad ante la vulneración de sus derechos, ya que realizar esta práctica protege a las comunidades. Siguiendo una reflexión de Alma Pérez, asesora regional de Paz y Seguridad de la Oficina Regional de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe:

El mayor aliado de las autoridades para asegurarse de que se puedan cumplir y que se puedan respetar los derechos humanos de migrantes y refugiados es un periodista que otorga visibilidad a las dificultades que tienen estas personas y en particular las mujeres.

Para finalizar, el otro desafío que tienen los medios es buscar las maneras de presentar la información en otros formatos, y con esto no me refiero al mundo online sino al offline. No podemos suponer que todas las audiencias están en el internet. La migración seguirá mientras los países no ofrezcan garantías de derechos y condiciones de vida favorables. Pero todo movimiento migratorio trae consigo grandes recursos: humanos, sociales, culturales, intelectuales, nuevas perspectivas, innovaciones, superaciones. Y sí, también reclama un periodismo que narre el proceso desde la integración cultural. Porque al menos en Perú este proceso ya ha devenido en varias mezclas gastronómicas: la arepa venezolana tiene nuevos rellenos: cebiche y ají de gallina.

Imagen de portada: Migrantes venezolanas cruzan la frontera. Fotografía de Greta Granados / Banco Mundial para América Latina, 2018.

  1. R4V, Plataforma de coordinación y refugiados migrantes de Venezuela. Disponible aquí 

  2. Sobre este proyecto, leer en esta misma revista el artículo de María Teresa Ronderos, “Migrantes en busca de otro mundo” 

  3. Consultar aquí 

  4. Más sobre el proyecto aquí