considéralo tal vez como íntimas lecciones de humildad
amanece
algo se te cae al suelo
un objeto tan pequeño como imprescindible para ti
(una llave una tarjeta una pastilla)
y tienes que recorrer cada centímetro del suelo con el tacto
como un insecto que lucha por salvar su mundo
asumes lo que crees
frente a los demás
tu más digna persona
te pones tu mejor atuendo
tu más limpia camisa
la cual a punto de salir te das cuenta
(porque la única persona en la que aún confías en este mundo
te lo dice con discreta reconveniencia)
está manchada
luego hablas toda la mañana con alguien
que trae noticias para ti desde la otra orilla del tiempo
y a quien nunca olvidarás por sus palabras
breves y definitivas
por sus historias
medulares
por el peso al marcharse
de sus pasos
pero a quien jamás
reconocerás en una fotografía
ni en una multitud
estás en una de las más históricas esquinas de tu ciudad
al otro lado
casi de memoria
te esperan incontables anécdotas y rincones de tu vida
pero hoy ya no puedes cruzarla
sin ayuda
cuentas con el tacto los billetes
que la confianza en los demás te ha dicho que te alcanzan
para tomar el taxi de regreso
y confías
confías en que nadie te haya mentido
en esta tu vieja ciudad
siempre entre babel y babilonia
por lo menos este día
como de paso
sin buscarlo volviste al majestuoso cine de tus recuerdos
sólo para tocar sus muros desvencijados
y saber
que todas las películas que viste tras esas paredes
hoy están en un archivo digital y que ya no existe un cine ahí
y que ya no miras más
anochece
recorres la casa de memoria
tal vez el único territorio todavía de tu libertad
pero te tropiezas
con un objeto fuera de su lugar
algo que no has desechado aún
un estorbo empolvado un obstáculo entrañable
que también te persigue
como otra secreta y certera
lección de humildad
desde tu infancia
Imagen de portada: Carlos Fernandez, sin título, 2018. Cortesía de Creative Growth