Al ser concebida para vivir en la intimidad de los hogares, en su origen la televisión contempló a las mujeres como su audiencia principal y muchos empresarios descubrieron rápidamente que ofrecer buen contenido era fundamental para la venta de publicidad exitosa. Así, a principios de los cincuenta surgieron las llamadas soap operas, o telenovelas americanas: series transmitidas durante el día, dirigidas a las amas de casa y producidas por patrocinadores que interrumpían los episodios para incluir comerciales del jabón que vendían. Sin embargo, tuvieron que pasar muchos años y unos cuantos movimientos sociales para que la cultura mainstream representara a las mujeres de una manera más real y auténtica. En México es bien sabido que las telenovelas han marcado durante mucho tiempo el canon televisivo y que estos melodramas de larga duración y tramas complicadas refuerzan en su mayoría estereotipos de clase y de roles, reproducen modelos patriarcales que casi siempre incluyen triángulos amorosos heteronormados, heroínas intrínsecamente buenas, humildes y víctimas de sus circunstancias, y villanas inteligentes pero malvadas, envidiosas y ricas. Afortunadamente las cosas han cambiado y aunque muchos contenidos aún refuerzan estereotipos de género que representan a las mujeres como personajes desvalidos y superficiales, la competencia por las audiencias y la vasta oferta que hay hoy para el consumo de entretenimiento han generado una diversificación muy amplia de temas, estilos, géneros y personajes. Asimismo, a partir de que grandes compañías han optado por una postura activa respecto a sus políticas de inclusión, diversidad y representación en favor de las mujeres y diversas minorías, se ha favorecido que haya una tendencia a contar historias de mujeres (cis y trans) fuertes y empoderadas, que representen de una manera más verosímil a quienes constituimos la mitad de la población del planeta. Cabe mencionar, además, que grandes compañías como Netflix, Disney, Warner Media, AMC y NBCNetworks llevaron su agenda más allá en mayo del 2019 al amenazar al estado de Georgia (un estado que ofrece grandes incentivos fiscales para producción) con suspender muchas de sus producciones si se aprobaba una ley antiaborto. Ahora bien, ¿qué define a una serie feminista? En opinión de quien escribe, una serie feminista es aquella que se preocupa por visibilizar y tratar con sensibilidad y empatía temas relevantes para las mujeres y para el feminismo, con un discurso no homogeneizante y a través de personajes que representen a las mujeres desde una perspectiva realista, profunda y honesta, y que no están definidos por un rasgo único. Personajes que, si bien pueden aspirar al amor romántico y disfrutar ir de compras, son mucho más que un estereotipo de género, que pueden ser fuertes y estar empoderados sin ocultar sus vulnerabilidades y su intimidad. Las series feministas no idealizan ni juzgan a sus personajes ni pretenden predicar sobre lo que deben ser; simplemente son aquellas que quieren abrir la conversación para hablar desde la pluralidad sobre asuntos tan diversos como desigualdad, sexualidad, relaciones afectivas, cuerpo, maternidad, identidad y muchos otros, con los cuales nos podamos sentir representadas. A continuación, comparto una limitada lista de series, en su mayoría creadas por mujeres, que considero una buena muestra de voces diversas, críticas y relevantes para generar una discusión sobre representación femenina. Hay por supuesto muchas otras que también merecen un análisis, pero que por razones de espacio no están incluidas.
Dos voces de la generación millennial: Fleabag y Girls
Phoebe Waller-Bridge y Lena Dunham se han alzado como dos voces feministas emblemáticas de la generación millennial y tanto Fleabag como Girls se han vuelto referentes culturales de mujeres en finales de sus veinte / principios de sus treinta con mucho que decir sobre sus cuerpos, su sexualidad y sobre lo que implica ser una mujer joven del siglo XXI, en un mundo que nos exige cumplir con un conjunto de expectativas de género y de clase. Ambas series tienen protagonistas que no temen mostrarse vulnerables y por momentos incluso patéticas, sin dejar de ser complejas y profundas, y hablan abiertamente de temas como el sexo, la salud mental y qué representa el feminismo hoy para la generación millennial. Girls está disponible en HBO y Fleabag en Amazon Prime.
Sobre sororidad, amistad y empatía: Big Little Lies, Dead to Me, Glow
Durante años, el cine y la televisión han explotado la idea de que las mujeres somos envidiosas y competitivas. Afortunadamente, también encontramos cada vez más historias en las que la sororidad, la empatía y el acompañamiento entre mujeres son fundamentales para el desarrollo de las tramas. Un ejemplo es Big Little Lies, producida por HBO y basada en la novela homónima de Liane Moriarty. La serie es interesante porque parte del cliché que predica que las mujeres somos competitivas, pero le da la vuelta para contar la historia de cinco madres en circunstancias muy específicas que viven en uno de los lugares más exclusivos de Estados Unidos y cuyas vidas quedan unidas cuando un accidente hace que salgan a la luz secretos que tienen que ver con abuso y violencia en una comunidad donde la apariencia parece ser lo más importante. Estas mujeres, interpretadas por un poderoso ensamble de actrices, dan vida a personajes profundos y muchas veces contradictorios que toman el control de sus vidas. Dead to Me es una comedia negra de Netflix que se basa en la amistad entre dos mujeres en sus cuarenta que han sufrido pérdidas importantes y a las que, sin saberlo, une una tragedia. La trama tiene muchos giros dramáticos que vale la pena descubrir, pero lo que resulta más relevante en esta serie es cómo explora temas muy dolorosos como la muerte, las enfermedades y la esterilidad (entre otros) con humor y sin condescendencia, a través de la amistad de dos mujeres de mediana edad (algo poco frecuente porque Hollywood suele castigar el envejecimiento femenino) que no le deben explicaciones a nadie. Glow, también una serie original de Netflix, transcurre en los años ochenta y está centrada en un grupo de mujeres cuyas desafortunadas carreras las llevan a aceptar un trabajo como luchadoras y que poco a poco se van empoderando hasta exigir derechos e igualdad en un ámbito profundamente sexista.
Sobre maternidad(es): Workin’ Moms y The Letdown
Workin’ Moms y The Letdown abordan la maternidad desde una perspectiva realista y desidealizada. Workin’ Moms es un dramedy que muestra a un grupo de madres en Toronto en su búsqueda por equilibrar su vida familiar y su vida laboral, muchas veces obstaculizadas por un sistema que favorece a los hombres. The Letdown es un dramedy australiano que también combina el humor y la sensibilidad para tratar temas relacionados con la maternidad de los cuales muchas veces no se habla abiertamente. Muestra el día a día de una madre primeriza que se está adaptando a su nueva circunstancia y que no quiere que la maternidad sea lo único que la defina. The Letdown tiene un tono crudo que se agradece porque se siente honesto y rompe con la idea de que la maternidad es algo natural e instintivo para las mujeres. Ambas series tienen formatos de treinta minutos y están disponibles en Netflix.
Un caso mexicano sobre la importancia de las mujeres en la industria: Historia de un crimen: Colosio.
Estrenada en Netflix en marzo de 2019, a 25 años de la muerte de Luis Donaldo Colosio, esta serie es un ejemplo de la importancia no sólo de construir personajes femeninos complejos sino también de contar con un equipo de producción con la sensibilidad necesaria para usar las herramientas cinematográficas y construir una narrativa no sexista. Si bien el título hace alusión al asesinato del candidato presidencial en 1994, la serie en realidad es un thriller político enfocado en Diana Laura Riojas y su esfuerzo por conocer la verdad detrás del asesinato de su esposo, mientras ella misma enfrenta una dura batalla contra el cáncer. La serie es interesante porque plantea la historia de un crimen muy famoso desde la perspectiva de una mujer importantísima en la vida de Colosio y a la que poco se recuerda. Además, la dirección de Hiromi Kamata y Natalia Beristáin (sumada a los guiones de Andrés Burgos, Alejandro Gerber, Itzel Lara y Rodrigo Santos) es respetuosa y empática al construir una narrativa audiovisual que en todo momento logra transmitir intimidad y mantener la tensión dramática sin caer en detalles que podrían resultar morbosos sobre la familia Colosio Riojas, el cáncer o incluso la muerte de Diana Laura Riojas. La dirección y todos los elementos cinematográficos están puestos para poner en el centro el enorme talento de la actriz Ilse Salas, quien retrata a una mujer que se encuentra, sin buscarlo, en circunstancias que difícilmente podrían ser más adversas y sin embargo tiene el empoderamiento y la fortaleza para buscar por ella misma las respuestas que necesita. A manera de conclusión, es importante decir que México es el cuarto país en asistencia al cine y uno de los que más entretenimiento consumen a nivel mundial. Además, la industria cinematográfica en nuestro país es muy sólida, lo cual lo hace un territorio muy atractivo para las grandes compañías que quieren producir cada vez más proyectos locales de entretenimiento y están dispuestos a tomar riesgos, explorar nuevos géneros, nuevos talentos y nuevas historias. Será fundamental, entonces, seguir exigiendo como público contenidos que nos representen a todas y luchar por incluir a más escritoras, directoras, productoras, ejecutivas, estudiantes en escuelas de cine y trabajadoras de la industria que abran nuevos espacios a las generaciones siguientes, construyan atmósferas donde el trabajo sea seguro e igualitario para que las historias de mujeres empoderadas y auténticas existan dentro y fuera de la pantalla.
Imagen de portada: Melanie Cervantes, we didn’t take no shit from nobody (Sylvia Rivera), 2018