En julio de 1945, el presidente de los Estados Unidos, Harry S. Truman dio la orden de lanzar dos bombas atómicas en Japón. Las empleó como un arma diplomática: para evitar la presencia soviética en Asia, obligar a los japoneses a una rendición incondicional y advertir a la URSS del poder norteamericano. Arrancó luego una carrera armamentista que llevaría a los E.U.A. y a las URSS a la guerra fría.