crítica Cultos DIC.2018

Letras sobre un dios mineral de Edith Negrín

El petróleo mexicano en la narrativa

Luz Elena Gutiérrez de Velasco

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El chapopotli es un betún que sale de la mar… Fray Bernardino de Sahagún


Petróleo y literatura

Hay escenas que se repiten con insistencia en la historia de la exploración petrolera. Tanto en la literatura como en el cine, los documentales o las artes plásticas, vemos con frecuencia el momento exultante en que, tras largos esfuerzos de búsqueda, excavación y entubamiento, salta un chorro negro pleno de fuerza y poderío que lo baña todo alrededor de una torre. Tal vez nunca habremos estado en la cercanía de un campo petrolero, pero esa imagen se encuentra grabada en nuestro imaginario. También vemos que ese borbotar se transforma en una inmensa lengua de fuego que apunta hacia el cielo y nadie la puede controlar. Arde con una intensidad que ilumina las noches, con una fuerza que se apodera de las miradas. Son imágenes incrustadas en recuerdos que no son nuestros, pero que poseemos porque la geografía, la tradición y el arte, la literatura por supuesto, nos las han legado. Con estas imágenes en mente, recibimos el libro publicado por Edith Negrín, destacada estudiosa de la literatura mexicana, y podemos pensar que de la misma manera en que brota el petróleo de un pozo también el conocimiento de la literatura que trata sobre el mineral ha surgido de un largo proceso de búsqueda y excavación en bibliotecas, archivos y entrevistas, para poner al descubierto esas letras petroleras que configuran un corpus de estimable importancia. Fluyen en las páginas del libro las gotas de otro oro negro, la tinta que nos comunica la historia de esas comunidades, pacíficas y alegres, de artesanos, en donde se descubre la existencia de petróleo en sus terrenos. Tras la llegada de los empresarios extranjeros, ávidos y ambiciosos, las familias locales sufren pérdidas, explotación y miseria. Aquellos que trabajan para las compañías internacionales padecen condiciones laborales inhumanas, enfermedades, vejaciones y una mutación en los valores de la comunidad misma. La naturaleza se altera y se deteriora. Sólo un milagro, un deus ex machina o un decreto presidencial pueden llegar a revertir ese estado de la situación en un país petrolero. Y ni aun así…, porque la corrupción brota por todos los pozos. En resumen, éstos son los elementos que reaparecen en la narrativa del petróleo mexicano con diversas perspectivas, tonalidades y sesgos. Es una especie de narración matrix que genera multiplicidad de textos. Edith Negrín, a partir de una sólida formación interdisciplinaria en la UNAM y Essex, en los campos fronterizos entre la literatura, la sociología y la historia, realiza un amplio recorrido por la trayectoria de la narrativa que representa la atmósfera, los personajes, los conflictos, las luchas y las traiciones en los ámbitos petroleros de México. Con el antecedente de los estudios de Luis Mario Schneider, en esta primera revisión de la narrativa del petróleo se elige una perspectiva histórica que atiende a un trazado cronológico, desde las primeras apariciones de esta manifestación literaria hasta los inicios del siglo XXI con el registro de la novela Pioneros de Mario Román del Valle, publicada en 2010. Es decir, cien años para incursionar en la descripción y explicación de los textos del petróleo. La investigadora parte de un análisis sobre la formación de los escritores y una reflexión sobre el contexto en el que produjeron su obra, en especial la novela, la crónica o bien la obra dramática seleccionada. Esta aproximación favorece un mejor entendimiento de los textos, puesto que la inclinación de los autores (mujeres y hombres) por alguno de los bandos en conflicto sesgará la construcción de los personajes o tamizará los espacios y las disputas elaboradas en el relato. Podemos hacernos la compleja pregunta sobre qué importancia tienen los textos literarios frente a la precisión y especificidad que pueden aportarnos los textos históricos, sociológicos o económicos. ¿Qué nos ofrecen esas miradas literarias sobre una realidad tan contradictoria como la explotación petrolera? Tal vez, más que literarizar la historia, en su afán de sumar “documentos” y “ficción” podrán, como señala Ivan Jablonka: “escribir lo real, con las operaciones cognitivas que ello supone”.1 Escribir lo real, cuando lo real es una ausencia y la escritura es la única sobrevida que nos restituye los lugares, las personas y las situaciones. Edith Negrín consigue con su puntual revisión llevarnos a esos campos y a esos conflictos, en un ejercicio crítico que podemos denominar de retorno, porque nos hace regresar a todo ese proceso que va del auge a la decadencia, a la nacionalización, a la corrupción, a la esperanza. Movimiento de retorno que nos obliga a preguntarnos por el presente. En su acucioso estudio, Edith Negrín nos conduce con inteligencia a seis grandes pozos petroleros, a seis momentos del desarrollo literario sobre el glorioso y maldito mineral, el betún negro. Desde el entrañable epígrafe de José Emilio Pacheco: “En el petróleo de la lámpara flotan reducidos a esencia bosques y dinosaurios de la prehistoria”, se despliegan esos conjuntos literarios que responden a etapas señeras de la producción de libros que guardan la memoria del petróleo en diversas secciones: miradas desde la metrópoli, voces mexicanas, entre la metrópoli y el enclave, “quemar los pozos”, interludio para sonreír, y el petróleo expropiado según la Generación del 68. Toda descripción de ese trayecto corre el peligro de palidecer frente a la riqueza de información presentada sobre la vida literaria, la vida política y la vida petrolera, entretejidas por un anhelo de progreso y la búsqueda de una vida vivible. En un primer momento la autora revisa la producción de los pioneros, mercenarios y exquisitos. Las primeras voces que desde 1914 emprendieron la conquista literaria del petróleo. Edith Negrín destaca después las voces mexicanas que abrieron el camino para novelar los problemas que surgieron en las zonas petroleras. Desde su convicción de estudiosa de la realidad social mexicana y su lucha por los derechos de los marginados ofrece una lectura inteligente en torno a los escritores mexicanos que denunciaron, desde estos primeros textos, los desastres que el petróleo había arrastrado consigo. La tercera parte se destina a los contestatarios, tres escritores que atraen por sus posiciones políticas, sus misterios y su tratamiento del tema petrolero. Upton Sinclair, B. Traven y Carleton Beals denuncian la corrupción política, cada uno desde su perspectiva y sus experiencias. Ahora bien, la cuarta parte del libro reúne los textos en los que se desarrolla la hazaña de la nacionalización del petróleo; por ello la imagen de “quemar los pozos” y el discurso de Lázaro Cárdenas sobre la expropiación petrolera el 18 de marzo de 1938 son constantes en la configuración de esa narrativa. Después de hacer una somera revisión de otras voces sobre la expropiación, Edith Negrín destina un capítulo completo a Carlos Fuentes y su novela La cabeza de la hidra (1978), en la que se destacan el estilo y el humor del escritor, así como su crítica sobre la corrupción de las agencias de espionaje internacional. Para cerrar el recorrido por las aventuras del petrorrelato, se dedica la sexta y última parte a las versiones en torno a la expropiación desde la mirada de los narradores de la Generación del 68 y los que vinieron después. Tres novelas se analizan en este capítulo final, y la investigadora destaca la complejidad de las estructuras y el dominio más preciso de las estrategias literarias que se emplean para entretejer la saga petrolera y esquivar así el maniqueísmo característico de algunas novelas anteriores. Al final, Negrín agrega un valioso apéndice para enfrentarnos a la tarea pendiente de numerosas lecturas, lo que complementa las tres enormes lecciones que la investigadora nos ofrece en su libro, verdadero oro negro, una contribución a la historia intelectual sobre la literatura petrolera, la historia del mineral y, por supuesto, sobre la contienda por el chapopote. El futuro y la esperanza nos conciernen.

El Colegio de México-UNAM, México, 2017

Imagen de portada: Marcela Armas, I-Machinarius, 2008. Cortesía de la artista.

  1. Ivan Jablonka, La historia es una literatura contemporánea. Manifiesto por las ciencias sociales, H. Pons (trad.), FCE, México, 2016 [2014], p. 229.