El manuscrito de Cantares Mexicanos, perteneciente al acervo de la Biblioteca Nacional de México, compila piezas líricas transcritas en náhuatl durante el siglo XVI. Se consideran parte de la tradición oral anónima, aun cuando algunos versos mencionan nombres propios. Escogimos un fragmento de Xopancuicatl, “Canto florido” o “Canto de primavera”, donde se combinan piezas de distinta índole, usualmente para cantar y bailar. Este género puede incluir temas guerreros o históricos, como la llegada de los mexicas a Tenochtitlan, retomamos aquí una sección de reflexiones y preguntas filosóficas.
Se entristece mi corazón, yo cantor me aflijo, sólo con flores, sólo con cantos, sufro en la tierra. Que en vano lo digan los que nos odian, los que piden nuestra muerte; todos allá irán, al Mictlan.
Alguna vez te cansaste,
tuviste fastidio,
esconderás tu gloria,
tu fama en la tierra.
Que en vano lo digan los que nos odian,
los que piden nuestra muerte;
todos allá irán,
al Mictlan.
Que aún no se pueda vivir en la tierra,
que sólo sea con tranquilidad,
tú, por quien se vive, Dios.
Cuando seamos buscados,
ya nos habremos ido a su casa.
Sólo es lugar donde uno perece,
la tierra,
sólo así será recordado
nuestro canto, nuestra flor.
Cuando seamos buscados,
ya nos habremos ido a su casa.
Somos menesterosos.
Que así muramos, así ocurra,
que de nosotros hablen
los amigos nuestros,
que nos amonesten las águilas, los jaguares.
¿Cómo bien lo harás?
¿Cómo bien tomarás las flores de Dios?
Donde se cautiva a la gente,
donde es apresada, lugar peligroso,
lugar que infunde miedo, la llanura.
Que todavía lo piense, que todavía tengamos confianza, donde lo llevan, con esto os habrá de ocultar el Dador de la vida.
Fuente: Miguel León-Portilla (ed.), Cantares mexicanos, vol. II, t. 2, UNAM, México, 2011. Traducción al español coordinada por Miguel León-Portilla.
Imagen de portada: Mictlampa, el hemisferio norte del Mictlán de acuerdo al Códice Borgia, versión facsimilar de 1898.