Lo que siempre me ha fascinado es cómo le gusta a la gente detenerse y observar las consecuencias de los accidentes. Enrique Metinides
Desde su infancia, Enrique Metinides (Ciudad de México, 1934-2022) fotografió los infortunios del azar. En una de sus primeras tomas, de 1948, un niño de su edad observa las consecuencias de un accidente entre un coche y un tren que dejó dos muertos. La imagen documenta un hecho trágico y a la vez a su testigo. En futuras fotografías, los mirones se convertirán en uno de sus motivos para indagar en los efectos sociales del dolor, el miedo y el duelo que habitan en esta megalópolis.
La psique de nuestra sociedad, marcada por el deseo de sobrevivir a pesar de todo, se despliega en las imágenes de El Niño Metinides, como lo apodaron sus colegas adultos al inicio de su carrera. Y aquel deseo se manifiesta en la mirada de cientos de personas que acompañan la escena de uno y múltiples crímenes retratados por el autor. Por ver no se cobra, pero sí se participa en actos, pactos y rituales que proceden de un contexto situado y, a su vez, de un tiempo de larga duración cultural.
La presencia de la observación colectiva en la fotografía de Metinides es prueba de una catástrofe que se vive de forma cotidiana y compartida en nuestro tiempo. El autor encontró en los mirones una manifestación de las pulsiones simbólicas y afectivas de grupos socialmente marginados. A través de la gestualidad de algunos de sus retratados, es posible entender que la mirada que circunda los sucesos documentados no actúa únicamente con morbo o atracción por el sufrimiento ajeno, sino también como un reflejo de la vulnerabilidad propia y, por tanto, representa un acto de reconocimiento en el dolor del otro.
Cuando cruzaba avenida Chapultepec a la altura de la calle Monterrey, alrededor de las 14:00 horas del domingo 29 de abril de 1979, la señorita Adela Legarreta Rivas fue arrollada por un automóvil Datsun color blanco. Su cuerpo quedó prensado contra un semáforo”. Enrique Metinides
Cuatro hermanos miran cómo su padre pelea con su madre. Él le dispara y después se suicida. Preferí fotografiar los efectos en la familia, la tristeza de los niños, en lugar del horror y el drama del asesinato, no como las fotografías que vemos hoy en día. Enrique Metinides