Las recientes declaraciones de políticos con respecto a religión, racismo y xenofobia han desatado violencia en diferentes países, lo que nos recuerda que las palabras pesan mucho. Pero el peso de cada una cambia con el contexto social y político, y sobre todo, con el portador de las palabras que es quien las provee de una densidad específica. Una misma oración pesa mucho más emitida por un presidente en público que si la dice una persona en una fiesta entre amigos. El cambio en la densidad del lenguaje se da en todas las escalas de nuestra vida cotidiana, desde la del presidente en la sociedad hasta la de la jefa de familia en los círculos íntimos. Las palabras densas son las que moldean la visión colectiva sobre los fenómenos y no siempre hay una relación entre la densidad del discurso y la inteligencia del que lo emite. Sobrevaloramos palabras de líderes que opinan con poco fundamento y descalificamos las que vienen de una persona por prejuicios de edad, raza, sexo o incluso profesión.
Uno de los grupos sociales con poca densidad en sus palabras, y por lo tanto ignorado, es la niñez. La sociedad actual supone que los niños no pueden solucionar problemas cotidianos, y tampoco tener opiniones de valor en temas de relevancia social. En consecuencia, las palabras de los niños sobre los retos que enfrenta nuestra sociedad son menospreciadas.
Quiero reflexionar un poco acerca de la densidad de las palabras de los niños sobre nuestro futuro, y contribuir a aumentarla con opiniones de algunos de ellos, procedentes de diferentes países, sobre el cambio climático.1 Aquí el primero:
Anónimo (España) Yo creo que lo que estamos dejando en el mundo no es cosa de los adultos, es cosa de todos, ya sean niños o adolescentes. No tienen que hacerlo los adultos, tienen que hacerlo todas las personas, adultos, adolescentes, etcétera. […] Yo creo que hacen lo que pueden, porque sinceramente no se puede cambiar el mundo en dos días. Todo esto tiene que ser un proceso que vaya poco a poco mejorando. Y yo creo que lo están haciendo bien. Pero yo creo que también pueden hacer más cosas. Es cuestión de la opinión pública.
El futuro del planeta en términos ambientales no es prometedor. La pérdida de diversidad, la acidificación de los océanos y, sobre todo, el cambio climático, cambiarán los ecosistemas drásticamente en los próximos años. Desde hace tiempo estamos buscando una solución basada en el concepto de sostenibilidad. Una de las frases más socorridas cuando nos referimos a la sostenibilidad es “Este planeta no es nuestro, nos lo prestaron nuestros hijos”. Pero la frase ha sido poco efectiva, quizá porque aun cuando decimos que el planeta es de los niños, las decisiones del manejo las tomamos los adultos. La poca densidad de las palabras emitidas por los niños la había hecho inútil. Hasta que llegó Greta.
María Inés Rivera Sánchez (México) Un día mi mamá vino a mi cuarto muy emocionada y me pidió que viera un video sobre el cambio climático; yo lo miré esperando el típico video con un mensaje que, aunque es cierto, lo hemos escuchado tanto que acaba por perder el sentido. En vez de eso me encontré un video de una chica [sueca] que en inglés daba una conferencia a estrellas, empresarios y gente famosa donde les explicaba que ellos eran el ejemplo de la gente, ya que solemos admirar su éxito, su fama, su vida. Así que la cultura consumista la “copiamos” de ellos; ella les propone que, si por otro lado iniciaran una cultura ecológica, considerada con el ambiente y todos los seres vivos en él, la gente seguiría su ejemplo y poco a poco podríamos cambiar el mundo. Este mensaje no sólo me dio una perspectiva distinta sobre el cambio climático, también me hizo reflexionar sobre cómo el verdadero cambio está en el ejemplo y en la colaboración de todas las edades, las etnias, los países y mentalidades distintas. Greta Thunberg es una joven que aun a su corta edad está poniendo su granito de arena al concientizar a los demás. Está en nosotros, no importa si somos pequeños o grandes, seguir su ejemplo y poner uno nosotros mismos para heredarles a las siguientes generaciones el mundo que se merecen. Es nuestra responsabilidad informarnos del cambio climático, y hacer algo para revertirlo.
Hace poco más de un año, a mediados del 2018, Greta Thunberg, con sólo 15 años, apareció en la escena pública, con una huelga escolar frente al parlamento de su país natal (Suecia) para exigir que su gobierno tomara medidas frente al cambio climático. Se inspiró en otros niños, aquellos que meses antes sufrieron la masacre en una escuela en Parkland, Florida y que generaron un movimiento infantil contra las armas de fuego. Lo que comenzó con una huelga personal en Suecia fue creciendo en pocos meses con otros niños y dio pie al movimiento “Fridays for Future” que busca que los niños no asistan a clase los viernes en protesta por medidas reales frente al cambio climático. En febrero de 2019 Fridays for Future promovió una primera huelga general a la que respondieron más de 200 mil estudiantes, principalmente de Europa. El movimiento creció con una segunda huelga general el 15 de marzo en donde casi un millón y medio de niños faltaron a su escuela e hicieron una manifestación en ciudades como Nueva York, París, Londres, Estocolmo, Buenos Aires y México. El 20 y 27 de septiembre es la siguiente huelga general de este año, con muchos más niños involucrados.
Mia Neiman. (España) […] sé que es una chica […] de 15 años que está concientizando a varios públicos diferentes sobre el medio ambiente, generalmente sobre el poco tiempo que nos queda y el cambio que debemos realizar para sobrevivir. Me inspiró a hacer huelga el 15 de marzo, para ir a una protesta por el medio ambiente e investigar un poco más sobre el asunto del calentamiento global. Los adultos de las generaciones anteriores han arruinado ya bastante el mundo y hoy en día se sigue arruinando, pero generalmente por grandes compañías dirigidas por adultos a los que no les importa demasiado el impacto de sus fábricas y restos sobre el medio ambiente. Los adultos con poder podrían ayudar a este cambio, pero creo que la mayoría de las mejoras de hoy en día sobre el medio ambiente son de gente bastante joven, ya que a nosotros nos queda más vida que a los adultos y por lo tanto nos preocupa más lo que va pasar con la Tierra y cómo sobreviviremos.
La vida de Greta ha cambiado radicalmente en estos meses: la densidad de sus palabras aumentó. De influir poco en su familia, pasó a ser atendida por todo un país, y posteriormente sus palabras adquirieron la densidad suficiente para ser escuchadas por líderes mundiales, como en la ONU, pues el Secretario General de Naciones Unidas apoya sus discursos, y el propio parlamento noruego la propuso para el Premio Nobel de la Paz. Ha hablado en reuniones como el panel sobre cambio climático (COP 24) en Polonia y el Foro de Davos.
Olivia Madland Shorter (Reino Unido) Cuando miro el mundo que me rodea, seguido me impacta lo lejos que hemos llegado y el dolor que le estamos causando a nuestro planeta. Me pregunto cómo sería posible revertir el daño ya que estamos tan cómodos en nuestro mundo desechable. Pero la gente como Greta me ha hecho darme cuenta de que no podemos simplemente hacernos de la vista gorda frente al cambio climático; debemos luchar por nuestro planeta. Pronto será demasiado como para poder ignorarlo, así que tenemos que combatirlo hoy.
Quizás una parte de ser niña es la frescura que conlleva a la congruencia de las acciones. Por ejemplo, en agosto de este año viajó de Europa a América en un catamarán, pues los aviones generan una gran huella ecológica, para hablar en las Naciones Unidas. Tanto a la reunión de jefes de estado de Davos en enero y a la protesta “Extinction Rebellion” por el clima de Londres en abril viajó en tren por más de 30 horas. El contraste entre la congruencia de Greta y el desatino de otros activistas ambientales criticados por viajar en avión desde Los Ángeles para protestar en contra de la huella ecológica que ellos mismos generan sugiere un cambio radical en las acciones de protesta por el futuro. Esta misma frescura evita que se deslumbre con gente poderosa: en su viaje a los Estados Unidos no vio necesaria una posible reunión con el presidente Donald Trump para hablar de cambio climático, “sería una pérdida de tiempo pues él no escucharía”. Esta actitud fresca y desafiante ayuda a restar densidad a palabras emitidas por gente de mucho poder, pero poca sustancia. Todas sus actitudes han generado el llamado “efecto Greta” que está haciendo que los propios niños cambien de hábitos, pese a sus padres, desde sus lecturas hasta la alimentación.
Julia Zambrano (México) El mundo nos ha regalado cualquier cantidad de bellezas, riquezas, tesoros y posibilidades. Desde las auroras boreales hasta las costas del Caribe. Desde los elefantes hasta los pingüinos. Desde los osos hasta los canarios. Las probabilidades para que la vida surgiera en la Tierra son casi nulas. Piensen en lo perfecto que está diseñado el mundo. ¿Por qué tenemos que arruinar y destruir todo lo que tenemos, todas las preciosidades existentes y por existir? Todavía hay muchas cosas por las cuales vivir. Todavía hay muchas cosas por descubrir. Todavía hay muchas cosas por crear. ¿Realmente vamos a terminar con todo aquello que conocemos? Greta se niega a seguir con esto. Greta quiere un cambio y no tiene miedo a exigirlo. Ella se paró y no va a sentarse. Ella nos invita a cambiar y a hacer algo por toda esta belleza. Es nuestra decisión si nos paramos igual o no hacemos nada. Es nuestro futuro y nosotros tenemos que pelear por él.
El aumento en la densidad de las palabras también conlleva enemigos, y grupos conservadores no dudan en atacar a Greta cada vez que ella comete un error, o en buscar reducir la densidad de sus palabras con el argumento de que los niños no deben opinar sino sólo escuchar lo que dicen sus mayores. Quizá la crítica más conspicua vino del secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) que declaró que Greta es “una amenaza” para la industria. A lo cual ella contestó que era un honor ser considerada así por esa industria. Debido a que esas estrategias han fallado, ahora los ataques se basan en buscar qué intereses obscuros están detrás de su activismo.
En México Greta es poco conocida, en una encuesta informal dentro de la UNAM, a la pregunta “¿quién es Greta?” sólo 10% supo decir de quién se trataba. Este porcentaje aumentó a casi 50% cuando la información se amplió diciendo “una niña sueca”. Pero el conocimiento sobre ella es muy vago. Esto indica claramente nuestra falta de conexión con la realidad mundial.
Andrea (España) Mi opinión sobre este tema es bastante clara, pienso que lo que está haciendo Greta Thunberg ha sido y sigue siendo algo necesario para demostrar que los niños estamos más conscientes que los adultos sobre el cambio climático, aun siendo ellos los responsables. De momento no conozco a ningún adulto que esté haciendo algo realmente importante, pero a veces las pequeñas cosas que se hacen ayudan un poco (como el reciclaje).
Greta es el símbolo de la infancia que nos reclama el futuro que será su presente. Nuestras acciones en muchos casos pretenden disfrazarse de apoyo al bienestar mundial, pero quizás están haciendo más daño que beneficio. El reclamo infantil quiere transformaciones en este momento, lo que implica cambios económicos y sociales dramáticos, cambios que los adultos no somos capaces de ver pero que los niños sí, pues no tienen miedo a reinventarse; es una visión que los adultos confundimos con inocencia. Ese término es el más utilizado para disminuir la densidad de sus palabras. Pero en realidad ella está sólo haciendo caso a los científicos que decimos: queda poco tiempo. Su “inocencia” está asentada en hacerle caso a los hechos, sin las cortapisas de la política para tomar acciones. Esa “inocencia” nos reclama un cambio de paradigma ahora, porque después será muy tarde, y ellos, los niños, tendrán que pagar la cuenta. Una “inocencia” que hay que escuchar, pues sus palabras que ahora son poco densas pesarán como losa en el futuro.
Imagen de portada: Niños de São Felix en la Amazonia brasileña. Fotografía de CIFOR. BY-NC
El autor recogió de su entorno cercano todos los testimonios que cita. [N. del E.] ↩