La globalización mundial hace que una identidad local tenga más importancia que nunca; para situarnos en el mundo, a partir de nuestro propio territorio, por más difícil que sea definirlo, dice el autor. Ofrece el ejemplo del Brasil donde impera una tendencia a apropiarse de manifestaciones culturales inicalmente restringidas a un grupo social preciso, reelaborarlas y transformarlas en símbolos de identidad nacional.