editorial Comunidad NOV.2023

Editorial

Guadalupe Nettel

El hecho de que las primeras bacterias se hayan organizado, hace más de tres mil millones de años, en comunidades complejas llamadas estromatolitos constituye —nos dicen los biólogos evolucionistas— la prueba de que la cooperación es la mejor estrategia que han encontrado los organismos para sobrevivir en nuestro planeta. Lejos de haberla olvidado, la mayoría de las especies —de todos los reinos, tamaños y entornos— sigue perfeccionándola, a tal punto que eminencias como Lynn Margulis aseguran que la evolución se basa en las formas más exitosas de hacer comunidad, y no en la supremacía del más fuerte como creen algunos. Tomemos por ejemplo a los primates, nuestros parientes más cercanos, y veremos que casi todos, desde los gorilas hasta los bonobos y los monos tití, forman grandes grupos estructurados de diversos tamaños, pequeñas sociedades que no sería exagerado llamar comunidad. Desde la época de las cavernas, los seres humanos hemos hecho lo mismo. La vida gregaria nos da seguridad, un sentido de pertenencia y también —en muchos casos— una identidad. Entre las innumerables ventajas que ofrece está la posibilidad de que alguien nos alimente y nos cuide cuando lo necesitemos, ya sea en la infancia, en la enfermedad o en la vejez. Sin embargo, una comunidad nos exige también retribución y compromiso, espera que velemos por el bien de los demás y que, si es necesario, prioricemos ese interés colectivo sobre nuestro bienestar individual.

​ En este número, la Revista de la Universidad de México te invita a conocer comunidades muy diversas entre sí —desde las conformadas por virus y conejos hasta las que establecen las redes sociales— y algunas de sus problemáticas. En su texto “Un bosque humanizado” el antropólogo Carlos Mondragón explica cómo para algunas sociedades en estrecho contacto con la naturaleza, la comunidad trasciende los límites de la especie, de manera que los seres humanos no solo conviven con el bosque, sino que pueden aprender cosas muy específicas —como poemas y canciones— nada más y nada menos que de las plantas. Áurea Xaydé Esquivel explora el mundo de los gamers y describe cómo funcionan esas pequeñas asociaciones virtuales a las que se adhieren tantos jóvenes. ¿Y qué hay de las redes sociales? ¿Crean realmente comunidad o constituyen simplemente un modo de enajenarse? Esta es la pregunta que dispara el texto de Alejandro González Ormerod. Benjamín Maldonado te explicará en qué consiste el término comunalidad, acuñado por Floriberto Díaz, y en qué se asemejan las luchas de los pueblos originarios a la Resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial. De la mano de Wenceslao Bruciaga asistirás a una orgiástica boda gay, pero también a una reflexión sobre cómo el matrimonio igualitario ha socavado la identidad de ese grupo antes tan cuestionador del mainstream. ¿Has escuchado hablar de los Encuentros Arcoíris, festivales de la vida silvestre que tienen lugar en diversos países del mundo a lo largo de todo un mes? Se trata de una comuna efímera, como una pequeña aldea hippie, en donde en vez de casas hay tiendas de campaña. El texto de Michael I. Niman te dará una idea de la cotidianeidad en uno de esos singulares eventos.

​ A pesar de que todos los días surgen comunidades virtuales, como Instagram o Facebook, los humanos que habitamos en las grandes ciudades nos sentimos cada vez más solitarios. Con la llegada de la Revolución industrial, las familias se han reducido a su mínima expresión. El neoliberalismo nos ha hecho creer que lo más importante de todo es el individuo y sus necesidades materiales. Este modo de entender la vida, que se presenta como una no-ideología o puro sentido común, es en realidad el producto de una cultura en decadencia —la capitalista— y va en contra de eso que los estromatolitos aprendieron hace miles de millones de años. Quizá sin saberlo, mientras damos vueltas y vueltas, ansiosos como leones enjaulados en departamentitos, sin saber exactamente qué nos duele, echamos en falta la vida comunitaria y esa añoranza ignorada ha despertado en nosotros un profundo y asfixiante sentimiento de desconexión que se expande entre los individuos de nuestra especie como una pequeña pandemia.


Imagen de portada: Hugo Simberg, Ovejas formadas, 1895, Finnish National Museum [DP]