Amé a un hombre muy joven. Lo vi desde su nacimiento: lloraba, abría su boca de pulmón azul y todo enardecía, las vacas, las ovejas, en la calle pitaban autos, me dolía verlo así, gimiente, lo seguí al séptimo año de su vida hasta un árbol, lo miré sacudir las frutas mordisqueadas, lo escuché tocar a Brahms, acuérdate de mí, me dijo un día en la estación rusa de los trenes, hacía frío. Él nevaba, todo su cabello era blanco, un padre, me dije un ausente como hombre que marcha para ser, eso, una verdad de tajo para alumbrar la calle. Los coches aún pasaban, yo con la carriola era un labrador en su campo de bueyes, las vacas siempre en la pastura, el paisaje revoloteando delante de nosotros. Lo amaba. Lo vi de hijo, en el vientre más puro lo alimenté con sangre. A la distancia escucho a Brahms, hueso de lobo que lamen las ovejas.
Imagen de portada: Edvard Munch, The Sick Child I, 1896. Art Institute of Chicago (Dominio público)