Se identifica a Martinica como la cuna del movimiento intelectual de la negritud, liderado por Aimé Césaire (1913-2008) junto con sus dos compañeros Léopold Sédar Senghor y Léon-Gontran Damas. Desde la muerte del “negro fundamental” en 2008, se ha analizado con mayor profundidad los importantes papeles que desempeñaron ciertas mujeres intelectuales que los acompañaron en su camino. Hoy se reconoce a Paulette Nardal y a sus hermanas Jane y Andrée como precursoras en la conceptualización y la organización del movimiento de la negritud, y en la difusión de los desafíos raciales en Francia entre los años 1920 y el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Paulette Nardal y sus hermanas crecieron en Le François, un pueblo de la costa atlántica de Martinica. Paul Nardal, su padre, tenía la piel oscura por ser hijo de dos personas esclavizadas y liberadas a mediados del siglo xix. La esposa de Paul era una mujer negra mestiza, pero el color de piel de sus padres y el de las siete hijas no les quitó la determinación para salir adelante e incluso sobresalir en esta sociedad racista y colonial.
Paul había obtenido una beca después del bachillerato que le permitió estudiar en París en la escuela de Arts et Métiers de Arles. A su regreso a Martinica, el primer ingeniero negro llevó a cabo una carrera exitosa. La familia se instaló en un departamento burgués de la ciudad de Fort-de-France, donde Paulette Nardal y sus hermanas aprendieron que el color de su piel no era un límite sino un orgullo y una demostración permanente de la emancipación. La familia era lo suficientemente acomodada para financiar la educación completa de siete chicas, pero no lo bastante rica para ofrecerles bodas y dotes. De acuerdo con sus valores, Paul y su esposa Louise mejor les pidieron a sus hijas que estudiaran para que pudieran asegurarse una vida cómoda por sí mismas.
En 1920, Paulette, la hija mayor, llegó a París para estudiar literatura inglesa e inició una vida excepcional, pues fue la primera mujer afrodescendiente diplomada por La Sorbona y la primera periodista negra en París. Publicaba en periódicos oficialistas como Le Soir y en otros más comprometidos como La Dépêche Africaine, del que fue cofundadora, en 1928, junto con su hermana Jane. Su perspectiva asimilacionista contrastaba con las posturas anticoloniales de sus camaradas, pero en dicha época era consistente con su historia familiar y su estatus social. Paulette Nardal descubrió cómo era ser negra en una metrópoli imperial después de la Primera Guerra Mundial y reflexionó al respecto. Estuvo muy interesada en la necesidad de reconstruir el orgullo negro y reconocer la belleza de sus culturas y herencias. Los parisinos de ese tiempo descubrían los cuerpos, las palabras y las actitudes de los hombres con piel negra, nacidos en las colonias, que se quedaron en el territorio metropolitano en la posguerra. Las mujeres afrodescendientes como las Nardal eran más escasas en el paisaje urbano parisino, pero una atraía todas las miradas: Josephine Baker. La bailarina fascinaba al público de la Revue Nègre. Jane Nardal, hermana menor de Paulette, criticó la sumisión de Baker a las fantasías coloniales y racistas de los blancos en La Dépêche Africaine en 1928. Josephine Baker, al responder, le recuerda a Jane que lo hace por necesidad. Se nota que las Nardal le parecían parte de una aristocracia negra que no podía entender los desafíos vitales de la mayoría de los negros.
Las hermanas Nardal frecuentaban espacios más exclusivos para afrodescendientes como el Bal Nègre o el salón de baile Bal de la Glacière. De la mano de la élite intelectual negra que se encontraba en esos lugares, descubrieron el jazz y el Harlem Renaissance, leyeron y tradujeron libros y ensayos de autores afroamericanos poco conocidos en Francia y aún menos en Martinica. La combinación entre el orgullo por el color de su piel y dichos ensayos políticos sentaron las bases de lo que se conocería como la negritud. En el salón de la casa de las hermanas, en la calle Herbert, en Clamart, cerca de París, discutían y debatían sus ideas. Invitaban a figuras como Césaire, Senghor, Damas, así como a autores afroamericanos y angloparlantes. Sus traducciones e interpretaciones fueron fundamentales para la conceptualización de la negritud, que hubiera sido imposible sin el encuentro de textos y pensamientos expresados en diversos idiomas. Tampoco hubiera sido factible sin espacios de encuentro y discusión como dicho salón.
Para difundir sus ideas y las de sus camaradas intelectuales en una perspectiva internacional, Paulette Nardal fundó La revue du Monde Noir, junto con su hermana Jane y René Maran, ganador del premio Goncourt. Entre 1931 y 1932 la revista perseguía tres objetivos: forjar un vínculo intelectual y moral entre las personas negras, defender sus intereses colectivos y celebrar su identidad. A pesar de su rol como periodista, traductora, directora de revista, organizadora de debates y ensayista, en un contexto dominado por figuras masculinas como Aimé Césaire, los famosos autores de la negritud no reconocieron plenamente la contribución de Paulette al desarrollo del concepto. Ella lo expresó con claridad en una carta enviada en 1960 a Jacques Louis Hymans, biógrafo de Léopold Sédar Senghor, señalando que el reconocimiento para su hermana y ella a menudo se les escapaba simplemente porque eran mujeres: “Césaire y Senghor retomaron las ideas que nosotras expresamos con mucha más chispa, pero ¡éramos solo mujeres! Hemos marcado los senderos para los hombres”.
Luego llegó la guerra. Poco se conoce sobre la participación de Paulette Nardal en la lucha intelectual contra el totalitarismo. Se sabe que se movilizó en 1937 contra la invasión italiana en Etiopía, una nación negra libre. En 1939, poco después del estallido de la guerra, decidió volver a Martinica. Durante el viaje de regreso su barco fue atacado por naves enemigas y Paulette se fracturó las dos rodillas. Conservaría una cicatriz y tendría dificultades permanentes para caminar. En su país natal impartió cursos clandestinos a los martiniqueños que deseaban cruzar los mares para unirse a la resistencia liderada por el general de Gaulle.
Al final de la guerra, Paulette Nardal fundó en Martinica “Le Rassemblement Féminin”, una filial de la Unión Femenina Cívica y Social, para alentar el voto de las mujeres y facilitar el traslado de aquellas que no podían desplazarse a los centros de votación. Luego, el diplomático y futuro premio Nobel Ralph Bunche, quien la conoció en París, la nombró delegada francesa ante la ONU para las cuestiones antillanas. A su regreso a Martinica, siguió los pasos de su madre, que lideraba una organización caritativa para apoyar a las mujeres parturientas, lo que incidía sobre todo en las jóvenes madres solteras. Con su experiencia, sus competencias y sus compromisos hubiera podido buscar sufragios. Sin embargo, como subraya la historiadora Clara Palmiste, en esa época los partidos políticos en Martinica solicitaban el voto femenino pero no proponían mujeres como candidatas a puestos claves. Así, mujeres como Jane y Paulette Nardal quedaban excluidas del espacio político martiniqueño. Según Emily Musil Church, el atentado contra la casa Nardal en 1956, que destruyó los archivos de la familia, tenía como propósito desanimar a Jane para que no se presentara a las elecciones. Si esto es cierto, cumplió con su cometido, ya que no lo hizo. Paulette Nardal desempeñó papeles secundarios en política y sería más conocida en Martinica por la fundación de la revista La Femme dans la Cité y por su compromiso con la música.
Su hermana Andrée, que murió poco después de su boda, no era la única música de la familia: Alice estudió en casa en París y dio clases en el martiniqueño Lycée Schoelcher. Su hija, sobrina de Paulette, fue la famosa cantante de ópera martiniqueña Christiane Eda-Pierre. Con ellas, Paulette aprovechó su estancia en París para escuchar jazz y negro spirituals. Comprendió que esta música compuesta por personas esclavizadas permitía difundir clandestinamente mensajes subversivos e ideas de libertad codificados en la historia del Antiguo Testamento. En la década de 1950 fundó el coro La Joie de Chanter, destacando siempre a los afrodescendientes en sus cantos y presentaciones con lo que rescató su eterna lucha por el orgullo de la negritud. Cuando un joven murió durante los enfrentamientos entre la policía y los martiniqueños negros en las calles de Fort-de-France en 1959, Paulette compuso para el coro la canción “Ti Manmay” que, a pesar de parecer una nana, denunciaba la violencia policial.
En el centro histórico de Fort-de-France ninguna calle tiene nombre de mujer. El centro político, económico y cultural lleva el sello de los hombres, pero durante el mandato de Aimé Césaire como alcalde se inauguró la plaza Paulette Nardal. Se encuentra cerca de la antigua casa Nardal. Pocas personas la podían ubicar; ni siquiera tenía una placa. Con los esfuerzos de las feministas y de la organización “Paulette Nardal au Panthéon”, liderada por la abogada Catherine Marceline, la presencia de las Nardal se despliega poco a poco en el espacio público e intelectual martiniqueño. Desde 2021 el liceo de Ducos se llama Paulette Nardal y el colegio de Le Diamant tomó el nombre de su hermana Jane en 2022.
Imagen deportada: Paulette Nardal, ca. 1920.