A menudo se separa el arte de la ciencia. “El arte, como impulsor natural de la superación espiritual y de la calidad humana; la ciencia, como frío ejercicio epistemológico, carente de contenido ético”. Por ello, Hugo Aréchiga se preguntar si es posible que arte y ciencia se integren entre sí y con las humanidades para generar un impulso colectivo que eleve los niveles culturales de la sociedad actual.