Roberto Moreno de los Arcos describe la distribución religiosa dedicada a ciertos dioses de los mexicas en Tenochtitlán cuando la conquista, y cómo los españoles con base a esta misma geografía religiosa, fundaron sus propios barrios, parroquias y escuelas de doctrina para los indígenas que quedó a cargo del clero secular. El virreinato estableció más tarde otras fronteras y una nueva distribución de la ciudad de México.